martes, 16 de julio de 2013

Kábala

    El padre Feijóo dice: Aritmomancia se llama la adivinación por los números, y Onomomancia por los nombres... El Arte Cabalística moderna viene a ser una especie de Onomomancia y pretende adivinar por medio de las letras de que se componen los nombres o palabras. He dicho Cabalística moderna, porque la antigua, aunque no menos supersticiosa, era en la apariencia más elevada, cuya producción fueron los amuletos y talismanes, o figuras de los astros y signos celestes, estampadas en metal o piedra, con que pretendía derivar sus felices influjos, y otras invenciones semejantes, engendradas en la filosofía platónica y educadas en la vanidad rabínica. La Cábala de que hablamos ahora tiene tres especies según la división que hace el padre Kircher en su Edipo Egipciaco: Gemetría, Notárica y Temura. La Gemetría, que propiamente es lo que nosotros llamamos Anagrammatismo, interpreta una palabra transponiendo las letras. Los judíos, que practican mucho la Cábala, nos ministran el ejemplo siguiente de la Escritura. En aquel texto del Exodo XXIII: Praecedetque te Angelus meus, la voz hebrea que corresponde a Angelus meus es Melachi; de aquí infieren que este ángel es San Miguel, porque trasponiendo las letras de la voz Melachi, resulta la voz Michael. Tal vez el acaso autoriza entre los vulgares esta disparatada adivinación. Ahorcaron en Rion, ciudad de Francia, a un malhechor, llamado según el dialecto nacional André Puion; y un curioso notó que trastornando las letras del nombre y apellido resultaba este anagrama: Pendú à Rion, que quiere decir Ahorcado en Rion. Esto es bueno para juego, no para pronóstico; pues en muchos nombres, según los varios anagramas o combinaciones de letras, saldrán distintas y opuestas fortunas. La Notárica interpreta la voz, tomando cada letra por inicial de otra palabra. He aquí otro ejemplo rabínico. En aquel texto del Salmo III: Multi insurgunt adversum me; la voz hebrea que significa multi se compone de estas letras RBJM: de aquí infieren los cabalistas que los enemigos designados en aquel texto son los romanos, los babilonios, los jonios o griegos y los medos. ¡Qué consecuencia tan bien sacada! Por la misma regla podrían ser los rusianos, los bactrianos, los japoneses y los masagetas. La Temura supone que hay unas letras equivalentes de otras, e interpreta la voz, transmutando sus letras en las equivalentes. Ocioso será detenernos más en impugnar semejantes ilusiones, pues mejor se refutan con el desprecio que con el discurso... .